Eduardo Colombo  (1929-2018)

Eduardo Colombo (Vida y obra)

Eduardo Colombo (1929-2018). Nació el 1 de septiembre de 1929 en Quilmes (Argentina) y murió el 13 de marzo de 2018 en París, Isla de Francia, (Francia) a los 88 años.

Fue un anarquista, libertario, anarcosindicalista activista argentino de profesión médico y psicoanalista, miembro de la FORA y de La Confédération Nationale du Travail (CNT) Confederación Nacional del Trabajo (CNT-f) francesa.

Tuvo una activa militancia estudiantil a partir de los años cuarenta, encontrándose en éste tiempo con las ideas libertarias las cuales asumiría como propias y que no habría de abandonar.

Fue profesor de sicología social en las universidades de La Plata y Buenos Aires, (Argentina), labores que debió abandonar tras el golpe militar de aquella época (1966). Durante este periodo también formó parte de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), y fue responsable de la publicación anarquista «La Protesta», editada en Buenos Aires, (Argentina).

Biografía,

A finales de los años sesenta se exilia junto a su compañera e hijos en París, Isla de Francia, (Francia), donde residió hasta su fallecimiento en 2018. Formó parte de la CNT francesa y del colectivo editor de la revista anarquista de filosofía política «Réfractions», además de ser colaborador habitual de muchos otros proyectos y de a cuanta iniciativa se le invitara.

Su trabajo en el campo de las ideas fue abundante, especialmente en la línea de la actualización de las reflexiones iniciadas por los teóricos libertarios. Fundamental en esta línea, resulta su trabajo sobre imaginario social y espacio público, lugares desde los cuales sus reflexiones se entroncan con las de autores como Castoriadis, a quien cita frecuentemente y al que a la vez procura llevar más allá, hacia el campo de la acción.

Igualmente es relevante el interés de Eduardo Colombo por procurar establecer una filosofía propia del y desde el anarquismo, es decir, una reformulación desde la base y total de nuestro mundo, para desde allí estructurar nuestra praxis en pos de la construcción de una nueva sociedad.

Algunas obras destacadas.

  • Historia del movimiento obrero revolucionario (1ª edición). Buenos Aires: Libros de Anarres. 2013. ISBN 978-987-1523-18-4.
  • El espacio político de la anarquía. Esbozos para una filosofía política del Anarquismo (2ª edición). Madrid: Editorial Klinamen y Grupo Libertario Acción Directa. 2014. ISBN 978-84-942870-0-8. 1ª ed. 2010. Enlace a la obra.
  • La voluntad del pueblo: democracia y anarquía (1ª edición). Buenos Aires: Tupac Ediciones. 2006. ISBN 978-950-9870-02-4.
  • Los desconocidos y los olvidados: historias y recuerdos del anarquismo en la Argentina (1ª edición). Montevideo: Nordan Comunidad. 1999. ISBN 9789974420588.
  • “De la polis y del espacio social plebeyo” (1993, en La sociedad contra la política, ed. Nordan-Altamira)
  • El imaginario social (1ª edición). Buenos Aires: Tupac Ediciones. 1989.

 

Eduardo Colombo y el imaginario ácrata

Rafael Cid.

Un Atlas que no incluya a la Utopía no merece ni siquiera una mirada,pues excluye el único país donde la humanidad siempre anheló arribar

(Oscar Wilde)

Menos citado que Osvaldo Bayer y más conocido que Christian Ferrer, Eduardo Colombo comparte con sus paisanos y compañeros en el pensar y sentir ácrata la reflexión sobre la Idea más allá de la doctrina del ideario. Nacido en Argentina, donde se hizo médico y trabajó en el diario anarquista «La Protesta», y transterrado a Francia en 1970 a consecuencia del golpe de Estado del general Onganía, Colombo ha simultaneado el ejercicio profesional del psicoanálisis con la militancia libertaria, convirtiéndose en uno de los escasos renovadores del pensamiento anarquista. Como Cornelius Castoriadis, otro inspector de mentes con el que compartió méritos de la especialidad y debates políticos, sostiene que el problema de la crisis del paradigma humanista radica en el “imaginario social”  hegemónico que asume una realidad injusta, patológica y criminal.

Frente al trabajo de Bayer, más historiador y narrador (centrado en el quién/quiénes del anarquismo), o el de Ferrer, más sociológico y ensayístico (empeñado en el qué de lo libertario), la reflexión de Colombo se ha dirigido sobre todo al cómo de la realización de la Idea. Buena parte de su obra indaga sobre los medios que tanto en el plano teórico como en el práctico, a escala individual o colectiva, permitirían alumbrar el tipo de sociedad horizontal, igualitaria y democrática que reclama la utopía anarquista. Y ello con un registro de partida específico: las personas asimilan a su pesar las relaciones de producción y de autoridad. Somos hijos de nuestro tiempo.

Esa temática seminal la abordó con singular perspicacia en una serie de entrevistas televisivas efectuadas en octubre de 2011 con motivo del Encuentro Interinstitucional Cornelius Castoriadis bajo el título de «La creación Humana». En ellas Colombo deja constancia de su concepción revolucionaria ante el imperativo de romper el nudo gordiano del sistema, ese “síndrome de Estocolmo” que liga a los sometidos con sus malhechores. Con la advertencia de que “las reformas parciales consolidan el sistema, (ya que) la sociedad es holística y no se modifica por las reformas parciales de alguno de sus elementos”, se refirió a la problemática del “sujeto autónomo en una sociedad heterónoma (…), esa estructura a partir de la cual se piensa”.

“Al anarquismo – insistió Colombo ante las cámaras ahondando en la problemática de la realización- se le ve pero no se le escucha. Porque las ideas centrales, antiautoritarias de base, son heterogéneas a la sociedad jerárquica. Y por eso su discurso pasa mal. Porque (para transmitirlos) hay que recurrir a los elementos que la sociedad ofrece: medios de comunicación, líderes, etc. Bakunin ya dice que “en el rincón más oscuro del más abnegado hijo del pueblo duerme un policía”. Así, la sociedad ideal es imposible, pero el ideal de esa sociedad es lo que hay que defender”.

Argumentario que sirve al pensador para arreciar en la necesidad del cambio a través de momentos insurreccionales “en los que se produce la irrupción de lo diferente, de lo excluido”, como sostuvo en la primavera de 2013 durante el Encuentro Anarquista Internacional celebrado en Saint Imier (Suiza), localidad donde se reagrupó el ala antiautoritaria de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT)

Sin embargo, tales planteamientos ideológicos se ven enriquecidos y complementados en los textos del psicoanalista con investigaciones de carácter historicista, donde elucida vestigios de ese “imaginario ácrata” alternativo en el nicho de realidades pasadas escasamente divulgadas. Estudios como «La voluntad del pueblo»«El espacio político de la anarquía» o «El imaginario social», este último escrito junto a otros pensadores próximos a la escuela antiautoritaria (Castoriadis, Ansart, Lourau, Pessin, Bertolo), señalan reiteradamente en una dirección que parece responder al consejo del autor de  Dios y el Estado”: “hay que de la vida a la idea; quien se apoya en la abstracción encontrará allí la muerte”. De alguna manera, buena parte de la reflexión ideológica de Colombo es un intento denodado por esbozar “una filosofía política del anarquismo”, enunciado que aparece como subtítulo del segundo de los libros antes citados. Con la lúcida particularidad de que su incursión en esa “gaya ciencia” aúna lo macrosocial del planteamiento anarquista y lo microsocial de la perspectiva psicoanalítica

Siguiendo las huellas del último Castoriadis, el compromiso político de Colombo busca iniciativas para sus pesquisas en la rica y casi clandestina tradición de la democracia directa. Y muy especialmente en la experiencia polisémica que tuvo lugar en Atenas a partir de los siglos VII y VI antes de la era cristiana, igualmente menospreciada por haberse dado con un padrón de exclusión ciudadana (tesis desactivada y rebatida en sus grandes líneas en los últimos estudios de la helenista francesa Nicole Loraux). Todo ello en una aventura intelectual a contracorriente que pretende al mismo tiempo descubrir los mecanismos con que se construye en las personas ese “Estado inconsciente” de que hablaba su amigo René Lourau que permite una especie de partenogénesis institucional donde lo instituido lo es sin lo instituyente. La homeostasis del statu quo.

La incursión que efectúa Colombo en pos de un imaginario ácrata alternativo podría formularse bajo el dictado que hacía R. Von Ihering en «El espíritu del derecho romano» al mantener que “no todo lo que ocurre pertenece a la historia”. Desde esa atalaya intangible arranca su desmoche de lo oficial instituido, aclarando de la mano de Castoriadis, que “la representación es un camino ajeno a la democracia” y en consecuencia refutando al “Estado como paradigma de la dominación justa”. Todo ello para recordar, y de ahí la pertinencia de la cita del jurista germano, que “el Estado en el sentido moderno del término, como instancia distinta y separada del cuerpo social, no existía”.

Pero los esfuerzos de Colombo por recobrar el verdadero espíritu de aquella primera democracia incompleta no agotan el potencial de la Idea anarquista. Con resonancias actuales, el argentino-francés rompe con el fetichismo de cierto izquierdismo sobrevenido que habitúa a extasiarse con un simplificador “desde abajo” como presunto aval democrático de su operativa. Colombo restituye al anarquismo sin adjetivos como algo más que un izquierdismo, mantiene que con “desde abajo” no es suficiente y remacha que la “ley de la mayoría” (una evocación de la “ley de número” del gallego Ricardo Mella) no supone la verdad política suprema. Y lo contrapone a los insobornables valores humanistas que inspiran al anarquismo hasta en sus declinaciones más pragmáticas: <<me niego a participar en una votación en donde fuera necesario decidir si la libertad es preferible a la esclavitud o si la teoría inmunológica de “la selección clonal” es verdadera>> (1).

Concluyó. Los ensayos de Eduardo Colombo aquí citados facilitan a quien los siga con espíritu crítico y ambición intelectual un arsenal de ideas para la subversión emancipadora que emparenta con aquella aguda sentencia del igualmente médico escritor portugués Miguel Torga “la única forma de ser libre ante el poder es tener la dignidad de no servirlo”.

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(1) Por esa constatación de que con “desde abajo no basta” y que la anarquía, aunque hundiendo sus raíces en la democracia directa supone una fase superior de la misma, quien escribe estas líneas tiene categorizado al anarquismo como Demo-Acracia.

 

Eduardo Colombo

Tiempo habrá para detallar más detenidamente su inolvidable figura y sus valiosas aportaciones intelectuales que van más allá del ámbito propiamente anarquista y cubren también el campo del psicoanálisis y de la filosofía, pero no podemos cerrar esta breve reseña de urgencia sin recalcar nuevamente que quien nos ha dejado hoy fue un militante anarquista de incomparable entereza y valía, además de ser una bellísima y entrañable persona.

El martes 13 de marzo de 2018 en París, Isla de Francia, (Francia) a los 88 años. la triste noticia del fallecimiento de Eduardo Colombo nos golpea dolorosamente. Con Eduardo no solo desaparece un entrañable y fraternal compañero, sino también un pensador de primerísimo plano y un militante anarquista de inquebrantables convicciones.

Corrían los años cuarenta cuando el joven estudiante Eduardo Colombo se involucró intensamente en el movimiento anarquista de su Argentina natal participando en las luchas anarcosindicalistas de la FORA (Federación Obrera de la Región Argentina), colaborando y asumiendo responsabilidades de dirección en su renombrado periódico “La Protesta”. Ha transcurrido desde entonces un extenso periodo de más de setenta años durante el cual Eduardo Colombo no abandonó ni un solo minuto su temprano e intenso compromiso con “la idea” y con la causa de esa ansiada Revolución Social por la cual bregó toda su vida con inagotable entusiasmo.

Médico y psicoanalista, también fue profesor de psicología social en la universidad de Buenos Aires hasta que el golpe militar de 1966 lo expulsó de sus tareas docentes y le obligó pocos años más tarde a buscar asilo en París, Isla de Francia, (Francia) a los 88 años. donde llegó con su compañera Heloisa Castellanos en 1970. Allí, pese a las dificultades para reubicarse profesional y socialmente no dudó en involucrarse de inmediato en las actividades del movimiento anarquista en Francia, a la par que estrechaba lazos con la lucha antifranquista del exilio libertario.

Su voluntad de acoplar permanentemente pensamiento y acción le llevó a situarse como uno de los teóricos más importantes del anarquismo contemporáneo, a la vez que participaba en decenas de eventos en el plano internacional. Mencionemos como simple botón de muestra de esa incansable actividad internacional su participación como conferenciante en las jornadas libertarias de Barcelona en 1977, su contribución a la organización del extraordinario encuentro anarquista internacional de Venecia en 1984, o sus intervenciones en el encuentro anarquista internacional de Saint-Imier en 2012.

Sus numerosos libros y artículos contribuyeron a que fuese permanentemente solicitado para conferenciar, sobre todo en Italia, Grecia, España, Argentina y diversos países latino americanos, fue además uno de los fundadores en 1997 de la revista anarquista de lengua francesa “Réfractions” y uno de sus principales animadores durante dos décadas.

Tiempo habrá para detallar más detenidamente su inolvidable figura y sus valiosas aportaciones intelectuales que van más allá del ámbito propiamente anarquista y cubren también el campo del psicoanálisis y de la filosofía, pero no podemos cerrar esta breve reseña de urgencia sin recalcar nuevamente que quien nos ha dejado hoy fue un militante anarquista de incomparable entereza y valía, además de ser una bellísima y entrañable persona.

Tomás Ibáñez